Manifiesto contra la perfección
“Fallor ergo sum”(“Me equivoco, luego existo”) San Agustín
"Reconocemos en la cultura de la perfección abundantes peligros, y
aquí virtualmente reunidos refrendamos este manifiesto de 10 puntos.
1. Advertimos que el escalón entre “suficientemente bueno” y
“perfecto” requiere de esfuerzos no proporcionales a la recompensa,
causa retrasos o incluso impide los resultados. “Lo mejor es
enemigo de lo bueno”, “la parálisis por el análisis” decimos. La
búsqueda de la perfección puede ser una forma ineficiente de abordar las
tareas o una forma cobarde de abordar las responsabilidades. Pocos lo
ven en sí mismos, porque la frontera con los conceptos de excelencia,
constancia, precaución o afán de superación son difusos...
Ahora bien, no es precisamente ese “perfeccionismo” el que
denunciamos aquí, por otro lado bien conocido, sino otros que pueden ser
peores que ese, y que pasan inadvertidos. Por otro lado, reconocemos
que a veces es “lo bueno” lo que es enemigo de “lo mejor”. No estamos en
contra de la búsqueda de la perfección cuando es creativa.
2. Manifestamos que la obsesión con la perfección puede causar infelicidad y hasta matar.
La búsqueda de la perfección puede ser obsesiva. La dieta, la cirugía,
la industria de la autoayuda pueden ser caminos a la ansiedad, la
insatisfacción continua y la enfermedad. El miedo al error mortifica y
mata: el samurai se hará el seppuku. La decepción puede iniciar un ciclo
vicioso autodestructivo. A nivel colectivo, la búsqueda de la
perfección social puede llevar al campo de exterminio y el gulag.
3. Declaramos que la búsqueda de la perfección puede arruinar cualquier plan.
La rozadura del coche, la mancha en la corbata, la carrera en la media,
la mosca que hunde la habitación del mejor hotel, el malentendido, las
cuatro gotas...
Por el contrario, reparamos en que a imperfección es divertida si se
sabe convivir con ella. Hay que saber tratar a nuestros errores e
imperfecciones como hijos nuestros que son, con cariño, pero con
disciplina. Saber reírse de sí mismo es fundamental y la base del buen
humor. Decía Tolstoi que "todas las familias felices se parecen entre
sí; las infelices son desgraciadas en su propia manera". Lo mismo
podríamos decir de las situaciones perfectas e imperfectas, y de las
personas perfectas e imperfectas. Las segundas son más interesantes.
Tonto es el que nunca hace tonterías.
4. Denunciamos que la cultura de la perfección genera
excelentes hipócritas, porque la perfección es imposible lograrla pero
sí fingirla. La taxonomía de los errores es infinita. La
ingeniería siempre lo ha sabido, aunque con el tiempo, se relaja. Hoy lo
vemos en áreas como las finanzas, la seguridad de los vehículos o la
extracción del crudo. Cuando algunos de nuestros mandatarios parecen
sinceros en negar lo evidente, sea crisis o chapapote, quizá la
información no fluye ascentemente sin edulcorar. Está siendo frecuente
despedir al que es políticamente incorrecto a micrófono abierto (un
ejemplo reciente, el general Stanley McChrystal), pero no al
incompetente.
5. Revelamos que la creencia en la autoperfección es patología bien conocida en lo individual pero no en lo colectivo.
También las comunidades o empresas piensan han alcanzado la perfección.
O peor: se olvidan de que creen que han alcanzado la perfección. Por
ejemplo, en ciertos supuestos sobre cómo funciona el mundo. Nuestra
supervivencia depende de alcanzar conclusiones válidas sobre el entorno.
Nunca lo serán si se descarta la información que no encaja en nuestros
modelos, si los creemos perfectos.
El problema es que las
sensaciones cuando se tiene razón y cuando se está equivocado son
idénticas. Cuando se descubre lo segundo siguen siéndolo, ya que se pasa
a tener razón, pero por algo distinto. En primera persona, “estar
equivocado” sólo puede conjugarse en pasado. También en primera persona
del plural. Recordamos aquí dos frases de Alan Greenspan sobre la crisis
que se fraguó ante sus ojos miopes: “it left me in a state of shocked
disbelief” y “the whole intellectual edifice collapsed”. Ese es el
impacto de la realidad cuando golpea súbita nuestros modelos
presuntamente perfectos.
6. Creemos que la perfección puede ser repelente.
Los genios lo saben y no olvidan nunca permitirse algún error. Los
aficionados disfrutan encontrando los errores en sus obras de culto y
eso contribuye a quererlas y disfrutarlas más. Pero cuando los críticos
analizan las obras, tratan sus imperfecciones con superioridad. Los
descuidos de Homero eran para Horacio siestas del genio. En otros
críticos, incluso manchas que cuestionan su belleza o su veracidad. La
mujer de Sancho recibe varios nombres en el Quijote. Herodoto es
criticado porque ofrece cuatro explicaciones de la ruina de Creso. Pero,
¿no tenemos más de cuatro explicaciones a la crisis actual y nadie se
escandaliza?
Las figuras excesivamente perfectas, como en Second Life, causan
rechazo. Los japoneses tienen un nombre para la belleza en lo
imperfecto, humilde o incompleto: Wabi-Sabi. Nosotros tenemos a Belén Esteban.
7. Avisamos además de que la perfección es poco resistente. Las mascotas de pedigree perfecto suelen tener salud frágil. El pan duro dura más. Lo mismo ocurre a nivel social: en la Guía del Autoestopista Galáctico se
relata la historia de Golgafrincham. Este pueblo perfeccionista decidió
engañar y enviar a todos los ciudadanos de puestos mediocres como
limpiadores de teléfonos y estilistas rumbo a un planeta desconocido
(que resultó ser la Tierra). Posteriormente, todos los habitantes de
Golgafrincham murieron por una infección de oído que se propagaba por
los auriculares de los teléfonos. La perfección no es sostenible.
8. Reparamos en que la imperfección puede ser creativa y disruptiva.
Los errores unidos a la atención nos han llevado del acero a América o
el Post it, pasando por la penicilina. Los artistas se han clasificado
en conceptuales y experimentales. Los primeros planifican y construyen
ajustándose perfectamente a lo deseado. Los segundos se dejan
sorprender, para Cezanne cada pincelada cambiaba el cuadro.
Curiosamente, los experimentales suelen florecer a edades maduras. La
evolución, el mejor sistema de adaptación que existe, funciona gracias a
los errores en la transmisión genética.
La imperfección y el error nos ayudan a conocer y a crear. Las
teorías científicas suelen creerse perfectas hasta que surge otra teoría
explique las anomalías que hasta entonces se escondían debajo de la
alfombra. Algo hay que creer, aunque sea erróneo, porque si no, no
podemos empezar ni a hacer preguntas. El problema es creer que ese algo
es “perfecto”.
9. Evidenciamos que las oportunidades están en las imperfecciones.
De los errores se benefician pocos hoy por hoy: los estadísticos, que
los cuantifican, los cirujanos plásticos, los fabricantes de gomas de
borrar, los abogados…
Pero las imperfecciones que no se ven o a las que nos resignamos son
fuente de oportunidades empresariales: las necesidades no cubiertas y
las oportunidades de mejora o arbitraje... También son el camino: una
cultura tolerante con el error y el fracaso es uno de los secretos del
dinamismo empresarial de sitios como Silicon Valley, el “valle del
silicio” en California. Aquí tenemos, en cambio, dada nuestra cultura
estricta con el error, el “valle del cilicio”.
![https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjFzuirXW_pXFgH5SFd9_7W3XjmuRI0KnH3vvkPQ2vqGEw9_gO6rnSn0a7F3x5lyzFCYyQs66aG957THaRojFwptIUtLo6xd4cXpGr0UxlAlzIebg609HAw7NN8phwMVAO7y-hcD9RDXxj8/s1600/imperfect_by_ironnadie-d35sbmq_large.jpg](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjFzuirXW_pXFgH5SFd9_7W3XjmuRI0KnH3vvkPQ2vqGEw9_gO6rnSn0a7F3x5lyzFCYyQs66aG957THaRojFwptIUtLo6xd4cXpGr0UxlAlzIebg609HAw7NN8phwMVAO7y-hcD9RDXxj8/s1600/imperfect_by_ironnadie-d35sbmq_large.jpg)
10. Negamos que la imperfección sea maldad. La
cultura tiende a relacionar mal y fallo, tacha y pecado. En muchas
épocas se ha tildado a los deformes o lisiados de malditos, y por tanto
sin derechos. Los indios los explotaban (lo que ocurre incluso hoy en
día) o los arrojaban al Ganges. Los romanos los eliminaban, si cinco
vecinos los avalaban. Con el tiempo, hasta se aliviaron de ese trámite.
Declaramos que la intolerancia con la imperfección es una imperfección. Y
que el error no es el mal, por más que en ambos “se caiga”. El mundo
asocia la imperfección y el error a la maldición, la estupidez, la
ignorancia o la pereza. Sin embargo, nosotros pensamos que también
provienen de la diversidad, la curiosidad, la valentía y la eficiencia.
Declarando nuestra adhesión a los once puntos expuestos, suscribimos este Manifiesto en su totalidaz."
(Fuente)
Enlázate
No hay comentarios:
Publicar un comentario