lunes, 23 de marzo de 2015

Emmy Noether

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Emmy Noether es la madre del álgebra. Sus ideas revolucionarias sobre el cálculo abstracto marcaron toda una época, convirtiéndola posiblemente en la mujer más célebre e importante de la historia de las matemáticas. Así, al menos, la consideraba el mismísimo Albert Einstein, que llegó a decir de ella que había sido, «la genio creativa de las matemáticas más significativa desde que comenzó la educación superior para las mujeres».

Precisamente, este lunes se celebra el 133 aniversario del nacimiento de Emmy Noether en la ciudad bávara de Erlangen en 1882. De familia judía, era hija de un importante matemático y fue criada en una familia volcada con la erudición científica; no en vano sus dos hermanos también se convirtieron en científicos. Pero ni ellos ni su progenitor estuvieron a la altura de Emmy, que logró superarlos a todos y lograr escribir una página en la historia de esta rama del conocimiento científico.
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En principio, lo que a Emmy Noether le apetecía era ser profesora de inglés y francés y estudió, entre 1900 y 1902, matemáticas e idiomas en Erlangen, donde en una clase de cientos de hombres solo ella y otra compañera eran mujeres. Al año siguiente, en 1903, se especializó en matemáticas en la Universidad de Göttingen. Era, en ambas instituciones, una oyente no matriculada, porque a las mujeres, por aquel entonces, no les estaba permitido acudir a las clases como estudiantes normales. Pero en 1904 sí le permitieron hacer la matrícula en Erlangen y tres años después conseguía, como corresponde a alguien de su calidad intelectual, el doctorado con mención summa cum laude.

Durante siete años, logró trabajar dando clases en la propia universidad de Erlangen, normalmente como sustituta de su propio padre, docente en la institución. Durante todo ese tiempo, Emmy Noether no recibió sueldo alguno.

Una original forma de acercarse a los problemas
Emmy Noether es conocida sobre todo por sus profundos y bellos teoremas sobre las teorías de anillos, cuerpos y álgebras, donde llegó a constituir una verdadera revolución. La matemática bávara consiguió desarrollar un teorema homónimo que, aunque con un profundo efecto mayoritariamente sobre la física, es especialmente importante en el campo de las matemáticas por ser uno de los que iniciaron el campo del álgebra abstracta, distinta por completo al álgebra antigua en que no estudia tanto los resultados de las operaciones, sino sus propiedades formales y relaciones.

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Y entre los mayores hitos de Emmy Noether está el cambio, la revolución, de la forma en que los matemáticos pensaban sobre su objeto de estudio. La matemática fue reconocida por su fuerte propensión para el pensamiento abstracto, que le permitía acercarse a los problemas matemáticos de una forma original. De esta forma, la prominente bávara enseñó a«a pensar en términos simples y, de la misma forma, generales [?] y no en complicados cálculos argebraicos», una nueva forma de actuar que fue capaz de sacar a la luz nuevos patrones algebraicos que habían estado ocultos durante mucho tiempo, según explicaba en un homenaje tras su muerte su colega de profesión P. S. Alexandroff.

Un valor y franqueza que no gustaba a los nazis
Pero a veces, mirando atrás a la historia, parecería que el mundo no está hecho para los genios. Y a Emmy Noether le pasó lo que a muchos otros dotados de una brillantez intelectual semejante. Durante muchos años, las universidades alemanas ningunearon a la reconocida matemática y hubo un tiempo en el que no era bienvenida ni siquiera para dar clases ni conferencias bajo su propio nombre.

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Su colega Hermann Weyl, que siempre la apoyó y reconoció su valioso trabajo, diría años después que incluso los nazis habían impedido que diese conferencias, ya que «su valor, su franqueza, su despreocupación sobre su propio destino, su espíritu conciliador, en medio de todo el odio y la mezquindaz, de la falta de esperanza y la tristeza, suponía un consuelo moral». Fue precisamente este matemático el que consiguió ofrecerle a Emmy Noether una beca para el Bryn Mawr College, en el estado Pensilvania, en Estados Unidos, a donde emigró en 1933, como tantos otros grandes científicos judíos alemanes, para escapar de la presión y de las políticas que comenzaban a implantar los nazis en Alemania. 

El régimen de Hitler dejó bien claras sus intenciones nada más llegar al poder al echar a los judíos de la universidad. Y esa medida afectaba a Emmy Noether

Emmy Noether escribió unos 45 trabajos de investigación y fue al inspiración de otros grandes nombres de las matemáticas como Max Deuring, Hans Fitting, Chiungtze Tsen o Olga Taussky Todd, entre otros.

La famosa matemática murió solo dos años después de comenzar una nueva vida en Estados Unidos, cuando en 1935, después de que le extrajesen un quiste ovárico «del tamaño de un melón», según el informe médico, falleció por una infección posoperatoria cuatro días después de la intervención.




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