jueves, 28 de enero de 2010

"Atrapados en el hielo"

LA ÚLTIMA AVENTURA POLAR
Atrapados en el hielo

La exposición Atrapados en el hielo: La legendaria expedición a la Antártida de Shackleton (patrocinada por Caixa Catalunya, obra social) documenta, con fotografías, audiovisuales y objetos de la época, uno de los más increíbles episodios de supervivencia en la historia de las expediciones de todos los tiempos: el viaje a la Antártida de Sir Ernest Shackleton. Desde el 4 de febrero al 4 de abril de 2010, en el Museo de la Ciencia y del Agua de Murcia, los amantes de la aventura podrán conocer de cerca esta hazaña que parece nacida de la imaginación de un novelista.
Los aficionados a las aventuras polares conocen, seguramente, el maravilloso libro que Alfred Lansing dedicó a la expedición: Endurance: Shackleton's Incredible Voyage (1959). No debe sorprender que éste sea ya un clásico de la literatura viajera. Al fin y al cabo, la odisea de Shackleton ha entrado en la leyenda de los grandes exploradores, y ha inspirado diversas obras de ficción.

Veintisiete valientes
Sir Ernest Shackleton (1874-1922) anunció su travesía en estos términos: “Desde el punto de vista sentimental, es el último gran viaje polar que puede emprenderse. Será un viaje más importante que ir al polo, y creo que corresponde a la nación británica llevarlo a cabo, pues nos han derrotado en la conquista del Polo Norte y del Polo Sur. Queda el viaje más largo e impresionante de todos: la travesía del continente”.
Un objetivo romántico, sin duda, que atrajo a cinco mil aspirantes. Todos ellos habían sido tentados por Sir Ernest con toda una invitación a la gloria.
Se buscan hombres para viaje peligroso. Sueldo bajo. Frío extremo. Largos meses de completa oscuridad. Peligro constante. No se asegura retorno con vida. Honor y reconocimiento en caso de éxito”. Así rezaba el anuncio que publicó el famoso explorador británico para reclutar a su tripulación, compuesta finalmente por veintisiete hombres.
Con ella partió rumbo al sur en agosto de 1914, pocos días antes de que estallara la Primera Guerra Mundial, con el osado propósito de llevar a cabo la primera travesía a pie de la Antártida.
Para esta aventura, fletó dos barcos. El Endurance lo conduciría hasta el mar de Weddell. Allí, Shackleton y seis de sus hombres cruzarían el continente helado hasta llegar al punto donde los aguardaría otro navío, el Aurora, capitaneado por Aeneas Mackintosh.
Consciente de la repercusión que había tenido la documentación gráfica de anteriores exploraciones antárticas, Shackleton fundó la compañía TransAntartic Film Sindicate Ltd., con cuyos derechos pretendía financiar en parte su expedición. Por esa razón, el fotógrafo australiano Frank Hurley formaba parte de la tripulación del Endurance, y se ocupó de documentar esforzada y exhaustivamente el viaje.
El barco de Shackleton, el Endurance, era un bergantín de tres palos. Abandonó el puerto de Plymouth, Inglaterra, el 6 de agosto de 1914, y arribó a Buenos Aires bajo el mando del capitán Frank Worsley. Fue en la capital argentina donde Shackleton subió a bordo.
Desde Buenos Aires, el Endurance partió rumbo a la estación ballenera de Grytviken, último punto de avituallamiento antes de penetrar en las peligrosas aguas del Mar de Weddell.
Por desgracia, el destino les tenía preparada una dura prueba. Inmovilizado en una gigantesca masa de hielo, el barco nunca llegó a la bahía de Vahsel. De hecho, pese a las maniobras de la tripulación, la naturaleza se ensañó con el Endurance. Durante meses, aquella masa helada puso a prueba la resistencia del bergantín, que acabó zozobrando por efecto de la presión. Tras una durísima y larga lucha, el barco se hundió el 21 de noviembre de 1915, a sólo 160 kilómetros de su destino.
La ruta de un héroe
Shackleton tenía la confianza puesta en un cambio de las temperaturas. Pensaba que un tiempo más benigno derretiría la trampa helada en la que se hallaba el Endurance. El hundimiento del bergantín le obligó a cambiar dramáticamente de planes. En la tripulación se habían producido ya las primeras bajas: los perros esquimales que el equipo expedicionario tenía previsto emplear para el tiro de sus trineos. Todos ellos fueron sacrificados, al igual que el gato del carpintero, considerado la mascota del Endurance. Los exploradores trataron de llegar a la isla Paulet, pero al final desecharon la idea y establecieron un campamento. Supuestamente, los hielos flotantes les transportarían hasta alguna base ballenera. No fue así. De hecho, una grieta dividió el bloque donde se hallaban, y todos los tripulantes del Endurance tuvieron que acomodarse en tres botes salvavidas. Durante los siguientes cinco días, les rondó la tragedia. Cuando ya casi daban todo por perdido, alcanzaron la orilla de la isla Elefante, una de las islas Piloto Pardo. Era aquel un terreno inhóspito, casi en los márgenes de las cartas de navegación.
En aquellas condiciones extremas, la búsqueda de ayuda era indispensable. Dando inagotables muestras de bravura, Shackleton decidió atravesar el mar helado en uno de los botes junto a cinco voluntarios: Frank Worsley, Tom Crean, John Vincent, Timothy McCarthy y Harry McNish. Esta nueva expedición comenzó el 24 de abril de 1916. En medio de una tempestad, avistaron los arrecifles de una isla subártica, Georgia del Sur, también llamada San Pedro. Desembarcaron a duras penas, y pasando por terribles penalidades, lograron dejar atrás las montañas de aquella isla, azotadas por la ventisca y las bajísimas temperaturas. El cansancio hizo imaginar a Schackleton que los acompañaba una presencia etérea: un detalle fantasmal que luego sería mencionado por el poeta T.S. Eliot en unos versos de La tierra baldía.
Al final, de forma casi milagrosa, los aventureros llegaron a la estación ballenera de Stromness. Una vez en Punta Arenas, por fin pudieron obtener la esperada ayuda. Gracias al apoyo del gobierno chileno, Shackleton regresó a la isla Elefante con un pequeño barco, el Yelcho, bajo el mando de Luis Pardo Villalón. El día 30 de agosto fueron evacuados los 22 marineros que allí aguardaban.
Contenido de la exposición
Atrapados en el hielo reúne por primera vez la más completa colección del material fotográfico y cinematográfico de Frank Hurley. En sus imágenes, Hurley supo captar magistralmente la belleza y la fuerza del impresionante mundo de hielo que le rodeaba, la majestuosidad y la terrible destrucción del barco y la heroica lucha diaria de la tripulación por sobrevivir. Un milagro que se logró, en buena medida, gracias a la capacidad de liderazgo e inagotable entereza de Shackleton.
Atrapados en el Hielo es una coproducción de la Obra Social de Caixa Catalunya y el American Museum of Natural History de Nueva York y presenta, además de la colección fotográfica, una serie de contenidos adicionales sobre la Antártida, como materiales didácticos e interactivos que explican y contextualizan la aventura del Endurance, explorando los ámbitos histórico, geográfico y científico desde una perspectiva actual. Al hilo de las imágenes de la expedición de Shackleton se muestran, con medios innovadores, las extraordinarias características de las tierras, hielos y mares antárticos, las dificultades para vivir y moverse en sus duras condiciones ambientales, la importancia para el conjunto del planeta de las investigaciones que allí se realizan y cómo, gracias al Tratado Antártico, este territorio se ha convertido en un símbolo de cooperación internacional y protección del medio ambiente.

Ártico

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