jueves, 11 de febrero de 2010

Primeras personas, Irena Sendler

Irena Sendler

con 91 años
Durante la 2ª Guerra Mundial, Irena consiguió un permiso para trabajar en el Ghetto de Varsovia como especialista de alcantarillado y tuberías. Pero sus planes iban más allá... Sabía cuales eran los planes de los nazis para los judíos (siendo alemana). Irena sacaba niños escondidos en el fondo de su caja de herramientas y llevaba un saco de arpillera en la parte de atrás de su camioneta (para niños de mayor tamaño). También llevaba en la parte de atrás un perro al que entrenó para ladrar a los soldados nazis cuando salía y entraba del Ghetto. Por supuesto, los soldados no querían tener nada que ver con el perro y los ladridos ocultaban los ruidos de los niños. Mientras estuvo haciendo esto consiguió sacar de allí y salvar 2500 niños. Los nazis la cogieron y le rompieron ambas piernas, los brazos y la pegaron brutalmente.

Irena mantenía un registro de los nombres de todos los niños que sacó y lo guardaba en un tarro de cristal enterrado bajo un árbol en su jardín. Después de la guerra, intentó localizar a los padres que pudieran haber sobrevivido y reunir a la familia. La mayoría habían sido llevados a la cámara de gas. Aquellos niños a los que ayudó encontraron casas de acogida o fueron adoptados.
En 2007 Irena fue propuesta para recibir el Premio Nobel de la Paz... pero no fue seleccionada, se lo llevó Al Gore, por unas diapositivas sobre el Calentamiento Global.

¡No permitas se olvide este testimonio!
Breves datos biográficos
Irena Sendler nació en Polonia en 1910, en un pueblo llamado Otwock a 23 kilómetros al sudeste de Varsovia. Su padre, Stanislaw Krzyzanowski, un médico que contaba mayormente con pacientes judíos pobres, fue activista del partido socialista polaco (PSP). Sus ideas fueron una gran influencia para la joven Irena quien estudió literatura polaca, pertenecía a la izquierdista Unión de la Juventud Democrática, participó en protestas contra un "ghetto de escritorio" en salones de lectura y finalmente se unió al PSP. Irena trabajaba como administradora superior en el Departamento de Bienestar Social de Varsovia que operaba los comedores comunitarios de la ciudad, cuando Alemania invadió el país en 1939.
Gracias a Irena, estos comedores no solo proporcionaban comida, asistencia financiera y otros servicios para huérfanos, ancianos y pobres; sino que sumaron la entrega de ropa, medicinas y dinero a las familias judías. Para evitar las inspecciones, se las registraba bajo nombres católicos ficticios y se las anotaba como pacientes de enfermedades muy contagiosas como el tifus o la tuberculosis. Pero en 1942, con la designación de un área cerrada para alojar a los judíos, conocida como el gueto de Varsovia, las familias sólo podían esperar una muerte segura.
Horrorizada por las condiciones en que vivían los judíos, Irena se unió al Consejo para la Ayuda de Judíos, Zegota, organizado por la resistencia polaca. La joven fue una de las primeras organizadoras del rescate de niños judíos. En ese entonces 5000 personas morían mensualmente de hambre y enfermedades. Irena logró obtener un pase del Departamento de Control Epidémico de Varsovia para poder ingresar al gueto en forma legal. Iba diariamente con el fin de reestablecer contactos, llevar comida, medicinas y ropa vistiendo un brazalete con una estrella como signo de su solidaridad para con los judíos.
Persuadir a los padres de separarse de sus hijos era una labor horrorosa para una joven madre como Irena. "¿Puedes asegurar que vivirá?" Irena recordaba a los angustiados padres preguntando. Pero sólo podía garantizar que morirían si se quedaban. "En mis sueños, todavía puedo oírlos llorar cuando dejaban a sus padres", decía.
Tampoco era fácil encontrar familias que quisieran darle cobijo a niños judíos. Comenzó a sacar a los niños en una ambulancia como victimas del tifus, pero enseguida bolsas de arpillera, cestos de basura, cajas de herramientas, cargamentos de mercadería, bolsas de papas, ataúdes... cualquier elemento se transformaba en una vía de escape en manos de Irena. Otros métodos incluían una iglesia que tenía dos accesos, uno del lado del gueto y el otro en el lado ario de Varsovia. Los chicos entraban a la iglesia por un lado como judíos y salían por el otro como cristianos. Irena logró reclutar al menos una persona de cada uno de los diez centros del Departamento de Bienestar Social. Con su ayuda, elaboró cientos de documentos falsos con firmas falsificadas dándole identidades temporarias a los niños judíos.
Era más fácil escapar del gueto que sobrevivir en el lado ario. El rescate de un niño requería la ayuda de al menos diez personas. Los niños eran los primeros transportados a unidades de servicio humanitario (pogotowie opiekuncze) y luego a un lugar seguro. Luego les encontraba ubicación en casas, orfanatos y conventos. "Envié a la mayoría de los niños a establecimientos religiosos," recordaba. "Sabía que podía contar con las hermanas". Irena también tuvo una gran cooperación para ubicar a los más grandes: "Nunca nadie se negó a aceptarme un niño", dijo.
Irena tomaba nota, por medio de una codificación, de los nombres de los niños y de sus nuevas identidades. El único registro de sus verdaderas identidades lo conservaba en frascos enterrados debajo de un árbol de manzanas en el patio de un vecino, frente a las barracas alemanas. Tenía la esperanza de algún día poder desenterrar los frascos, ubicar a los niños e informarles de su pasado. En total, los frascos contenían los nombres de 2.500 niños...
Finalmente lo nazis se dieron cuenta de sus actividades y, el 20 de octubre de 1943, Irena fue detenida y encarcelada por la Gestapo. Aunque era la única que sabía los nombres y las direcciones de las familias que albergaban a los niños judíos, soportó la tortura y se rehusó a traicionar a sus asociados o a cualquiera de los niños ocultos. Le quebraron los pies y las piernas. Pero nadie pudo quebrar su voluntad. Irena paso tres meses en la prisión de Pawiak donde fue sentenciada a muerte. Mientras esperaba la ejecución, un soldado alemán se la llevó para un "interrogatorio adicional". Al salir, le gritó en polaco "¡Corra!" Al día siguiente halló su nombre en la lista de los polacos ejecutados. Los miembros de Zegota habían logrado detener la ejecución sobornando a los alemanes. Irena continuó trabajando con una identidad falsa.
Al finalizar la guerra, Irena desenterró los frascos y utilizó las notas para encontrar a los 2.500 niños que colocó con familias adoptivas. Los reunió con sus parientes diseminados por todo Europa, pero la mayoría había perdido a sus familias en los campos de concentración nazis.

Los niños sólo la conocían por su nombre clave Jolanta. Pero años más tarde cuando su foto salió en un periódico luego de ser premiada por sus acciones humanitarias durante la guerra "Un hombre, un pintor, me telefoneó," dijo Sendler, "`Recuerdo su rostro', dijo, 'Eres tú quién me sacó del gueto.' Tuve muchos llamados como ése".
Irena Sendler no se considera una heroína. Nunca se adjudicó mérito alguno por sus acciones. "podía haber hecho más", dijo. "Este lamento me seguirá hasta el día que muera."
En 1965 la organización Yad Vashem en Jerusalén le otorgó el título de Justa entre las Naciones y se la nombró ciudadana honoraria de Israel. Luego de la guerra trabajó para bienestar social; ayudó a crear casas para ancianos, orfanatos y un servicio de emergencia para niños.
La historia de Oskar Schindler, el empresario alemán que salvó la vida de cientos de judíos empleándolos en sus ruinosas empresas, tiene una versión femenina en Polonia. Se llamaba Irena Sendler y murió a los 98 años el doce de mayo de 2008. Sendler está considerada como una de las grandes heroínas de la resistencia polaca a los nazis: evitó que 2.500 niños judíos fueran trasladados a campos de concentración colocándolos en familias católicas. Su historia no fue conocida en su país, tapada por los 40 años de régimen comunista, hasta que un grupo de estudiantes estadounidenses la descubrieron y la difundieron a todo el mundo. Como era de esperar, la historia llamó la atención de Hollywood, donde ahora se prepara una película.
"Me educaron en la idea de que hay que salvar al que se ahoga,
sin tener en cuenta su religión, o su nacionalidad.
Ayudar cada día a alguien, tiene que ser una necesidad
que salga del corazón".

"No se plantan semillas de comida,
se plantan semillas de bondades.
Traten de hacer un círculo de bondades, éstas las
rodearán y las harán crecer más y más".

Dedica un momento a ver y escuchar (tiene música) esta preciosa presentación sobre la vida de Irena, realizada por José Joaquín Ríos.

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