Somos UNO
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Pluralidad y Pertenencia
República Dominicana
Mario Vargas Llosa no ha necesitado ningún ejercicio de realismo mágico ni la invención maravillosa de macondos propios para convertirse, por derecho propio, en uno de los principales escritores en lengua española del siglo veinte. Cada uno de sus libros, desde los ya lejanos y experimentales La ciudad y los perros o Los cachorros, ha sido casi un borrón y cuenta nueva en su producción, la búsqueda de nuevos horizontes, de nuevas estructuras narrativas y nuevos personajes. Desde la supuestamente biográfica y desternillante La tía Julia y el escribidor, o la también biográfica Conversación en la catedral o la desopilante Pantaleón y las visitadoras, Vargas Llosa ha demostrado una y otra vez que es un autor sólido que no tiene que repetirse a sí mismo.
Existen, claro, muchas constantes en su obra. Las intrigas políticas de su Perú natal, la exitosa y continuada experimentación narrativa, las complicadas (y sin embargo indispensables) estructuras de sus obras indican siempre que el autor, seguro de su dominio de la lengua y los personajes, busca otros horizontes donde dar rienda a sus intereses. Y lo hace divirtiendo, enseñando, maravillando.
El tema literario de la dictaduras centroamericanas no se había agotado con clásicos indiscutibles como Tirano Banderas o El otoño del patriarca, como no se ha agotado por desgracia el tema social que las impulsa. Vargas Llosa, usando el recurso de la vuelta al hogar de una funcionaria de las Naciones Unidas, recrea los años sesenta y a la vez la actualidad, la dictadura de Trujillo, el servilismo de quienes se llenan de boca de patria a costa de vaciar de alimento las bocas de sus compatriotas. Los diversos personajes que se alternan y entrecruzan en la novela, desde el propio y ridiculizado dictador, hasta los capitanes del ejército que le tienden la trampa que lo lleva (los lleva) a la muerte, están mostrados con la habilidad investigadora de un periodista, los trucos narrativos de un Alfred Hitchock y la sabiduría literaria de un gran maestro. Apasionante, encendida, un docudrama escrito con palabras que son historia ya, casi novela negra a la hispanoamericana, en ocasiones. Y es que muchas veces la historia proporciona mejores argumentos para la narrativa que la deformación consciente que la ficción pura puede proporcionar, nos guste o nos aterre.
En tus brazos
El tren de las moscas
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