martes, 17 de junio de 2014

17 de junio, Día Mundial de lucha contra la desertificación y la sequía


El 37% del territorio español está sometido a diversos grados de erosión que superan el límite tolerable, según el Observatorio de Sostenibilidad (OSE). La desertificación afecta a más de 110 países y cada año se pierden 6 millones de hectáreas de tierra productiva. La Asamblea General de Naciones Unidas designó, en 1994, el 17 de junio como "Día Mundial de Lucha contra la Desertificación y la Sequía". Este día marca el aniversario de la adopción de la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación. Este año, Senegal patrocinará el Día Mundial de Lucha contra la Desertificación y la Sequía, que llevará como lema: “Los bosques conservan las zonas áridas"



España
Andalucía, Castilla-La Mancha, la zona de Levante y Murcia son los territorios que sufren un mayor riesgo de que sus ecosistemas se conviertan en sistemas áridos, explica el OSE en el documento «Biodiversidad en España. Base de la sostenibilidad ante el cambio global».

Este octavo informe temático del OSE analiza el estado y las tendencias de la biodiversidad en España, considerando su creciente importancia como base para la sostenibilidad ante el cambio global. Asimismo, el informe describe las principales causas de pérdida de biodiversidad en nuestro país y propone una serie de mecanismos de respuesta necesarios para su conservación y uso sostenible.
El reconocimiento de 2010 como Año Internacional de la Biodiversidad ha puesto de manifiesto la relevancia de la conservación y uso sostenible de la biodiversidad para las sociedades presentes y futuras. En los próximos años, su protección se convertirá en una cuestión esencial para la supervivencia de la humanidad, de tal manera que invertir en nuestro capital natural supondrá un ahorro a largo plazo, para potenciar los vínculos positivos entre biodiversidad, servicios de los ecosistemas y bienestar humano.

España es el país con mayor riqueza biológica del continente europeo y, al igual que sucede en el resto del mundo, está sufriendo una acusada pérdida de biodiversidad. El informe insiste en la necesidad de profundizar en los mecanismos de respuesta para que la conservación de la biodiversidad estimule los procesos de sostenibilidad, atendiendo especialmente a una mejor planificación y gestión que tenga en cuenta el cambio climático y las transformaciones del territorio, así como una valoración adecuada del patrimonio natural para tomar conciencia de que nuestra prosperidad (y los indicadores que la miden, más allá del PIB) depende de la puesta en valor de los servicios de los ecosistemas como una parte esencial de un nuevo modelo de desarrollo sostenible.
El presente informe constituye una fuente de información contrastada y fiable que tiene por finalidad informar a la sociedad y ayudar a los responsables de la toma de decisiones a definir políticas y estrategias de desarrollo sostenible que tengan por base fundamental el uso sostenible de la riqueza patrimonial que supone la biodiversidad.

Mapa de las tierras secas 




Decenio contra la desertificación
La ONU inició en 2010 el  
que se extenderá, por tanto, hasta 2020.

La Desertificación es la degradación de las tierras de zonas áridas, semiáridas y subhúmedas secas resultante de diversos factores, tales como las variaciones climáticas y las actividades humanas, según definición del artículo 1 de La Convención de Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación (CLD).
La desertificación, pues, se interpreta como una disminución irreversible, al menos a escala temporal humana, de los niveles de productividad de los ecosistemas terrestres, como resultado de la sobreexplotación, uso y gestión inapropiados, de los recursos en medios afectados por la aridez y la sequía. Un terreno fértil que se convierte en un desierto a causa de la acción humana ocasiona pérdidas económicas para el sector agrícola, modifica los mercados de alimentos y, en última instancia, puede generar inestabilidad social a causa de los desórdenes provocados en el entorno.

El cambio climático obliga a que el problema sea atacado de manera global, con acciones conjuntas por parte de la comunidad internacional. Los esfuerzos de un único país en solitario, por más poderoso que se presente, no rendirán sus frutos en el contexto de alteraciones medioambientales que se desarrollan a escala planetaria. La magnitud del desafío al que nos enfrentamos ha llevado a las Naciones Unidas a declarar el Decenio para los Desiertos y la Lucha contra la Desertificación 2010-2020.

A nivel mundial, la desertificación ha alcanzado a 3,6 mil millones de hectáreas, que representa el 25 por ciento de la masa terrestre de la Tierra. La desertificación amenaza la subsistencia de casi mil millones de personas en unos 100 países, causando 42 mil millones en pérdidas cada año.


España, por desgracia, conoce muy de cerca la desertificación, puesto que es uno de los países europeos que debe prestar mayor atención al empobrecimiento de sus suelos. Las zonas susceptibles de sufrir este fenómeno son las regiones áridas, semiáridas y subhúmedas secas, categorías a las que pertenecen más de dos terceras partes de nuestro territorio. El 40% del territorio valenciano sufre procesos de degradación severos.
Algunas de las condiciones particulares de la región del Mediterráneo norte, donde nos encontramos, que determinan el proceso de desertificación son:
  1. Condiciones climáticas semiáridas que afectan a grandes zonas, sequías estacionales, extrema variabilidad de las lluvias y lluvias súbitas de gran intensidad
  2. Suelos pobres con marcada tendencia a la erosión, propensos a la formación de cortezas superficiales
  3. Un relieve desigual, con laderas escarpadas y paisajes muy diversificados
  4. Grandes pérdidas de la cubierta forestal a causa de repetidos incendios de bosques
  5. Condiciones de crisis en la agricultura tradicional, con el consiguiente abandono de tierras y deterioro del suelo y de las estructuras de conservación del agua
  6. Ocasional explotación insostenible de los recursos hídricos, que es causa de graves daños ambientales, incluidos la contaminacion química, la salinización y el agotamiento de los acuíferos, y
  7. Concentración de la actividad económica en las zonas costeras como resultado del crecimiento urbano, las actividades industriales, el turismo y la agricultura de regadío.
La combinación de factores y procesos como la aridez, la sequía, la erosión, los incendios forestales, la sobreexplotación de acuíferos, etc., da origen a los distintos paisajes o escenarios en los que se desarrolla la desertificación en España.

El uso irracional del terreno, la sobreexplotación, los incendios recurrentes y las sequías amenazan nuestro suelo. El camino alternativo se encuentra en la gestión adecuada del agua (para evitar el agotamiento de los acuíferos y la reducción de los caudales de los cursos de agua superficiales) y el control de la actividad urbanística (que destruye y transforma de manera irreversible grandes áreas de suelo fértil), ya que el modelo económico español se apoya (al menos, hasta el momento) en sectores como la construcción y el turismo de masas que degradan el medio ambiente.


Algunos datos de Naciones Unidas:
  • Impacto humano. La desertificación afecta directamente a más de 250 millones de personas. Amenaza las vidas de 1.200 millones de personas en 110 países que figuran entre los más pobres del mundo y cuya población depende de la tierra para la mayoría de sus necesidades.
  • Impacto ambiental. Un tercio de la superficie de la tierra, más de 4.000 millones de hectáreas, están amenazadas por la desertificación.
  • Tierras secas. Las tierras secas constituyen cerca de 41% de la superficie de la tierra, poblada por 2.000 millones de personas. Entre 10 y 20% de las tierras áridas están degradadas o son improductivas.
  • Pérdidas económicas. Cada año, la desertificación y la sequía causan pérdidas en la producción agrícola a nivel mundial evaluadas en 42.000 millones de dólares. El coste annual de la lucha contra la degradación de la tierra es de 2.400 millones de dólares.
  • Migración de masas. Se calcula que entre 1997 y 2020 cerca de 60 millones de personas emigrarán de zonas desiertas del África subsahariana hacia el norte de África y Europa.
  • Tierras arables. Las estimaciones indican que en 2025 la cantidad de tierras arables disponibles será mucho menor que en 1990. Este descenso será de dos tercios en África, un tercio en Asia y un casi un quinto en Sudamérica.
  • Agua. En 1990 la disponibilidad de agua per cápita en 19 países escogidos de zonas áridas de África y Extremo Oriente era de 1.300 metros cúbicos. Se calcula que en 2025 sólo habrá la mitad de esa cantidad, es decir, 650 metros cúbicos por persona.
  • África. Dos tercios de África están formados por desiertos o tierras áridas, en un continente cuya población depende en gran número de los recursos naturales para vivir.
  • América Latina y el Caribe. Un cuarto de esta región está formada por desiertos y tierras áridas.
  • Hemisferio Norte. Más de 30% de la superficie de los Estados Unidos está afectada por la desertificación. En España, 31% del territorio está sometido a serias amenazas.


El Decenio de las Naciones Unidas para los Desiertos y la Lucha contra la Desertificación 2010-2020 ofrece una oportunidad para cambiar este paradigma y sentar las bases para un futuro sostenible que debe comenzar ahora mismo.








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