Conquistó el Polo Sur y murió en el Polo Norte
Noruega recordó ayer la llegada del explorador Roald Amundsen al Polo Sur, cuando se cumplen cien años de la hazaña, con actos de homenaje por todo el país y en la propia Antártida. Hasta allí se desplazó el primer ministro, Jens Stoltenberg, quien presidió una ceremonia conmemorativa junto con otras autoridades y con los científicos destinados en la estación estadounidense Amundsen-Scott.
«Estamos aquí para celebrar una de las hazañas más grandes en la historia de la humanidad», dijo Stoltenberg, quien descubrió un busto de hielo del homenajeado. «La expedición polar de Roald Amundsen contribuyó a formar la nueva identidad nacional de Noruega», resaltó.
Stoltenberg, segundo jefe de Gobierno en visitar el punto más austral del planeta, se encontró con los miembros de la expedición de su país que ha repetido por primera vez el itinerario de Amundsen, aunque no en trineo tirado por perros, sino sobre esquís, ya que ahora está prohibido introducir especies foráneas en la Antártida.
(Fuente)
Amundsen y Scott optaron por vías diferentes pero fue mucho más determinante la elección del noruego con el transporte. Optó por trineos tirados por perros groenlandeses frente a los caballos mongoles de Scott. El noruego tuvo que sacrificar a varios canes antes de llegar al Polo y almacenó la carne para el regreso, lo que le aligeró el peso de los trineos y aseguró la alimentación de los animales. Sin embargo, los caballos del británico no soportaron las bajas temperaturas, además de que tuvieron que cargar con grandes sacos de avena para alimentarse.
El 14 de diciembre de 1911 Amundsen llegó al Polo Sur y en una tienda de campaña dejó una carta para los británicos: «Les deseo un feliz regreso». Pero la expedición de Scott murió de hambre y frío a tan solo veinte kilómetros de una estación de abastecimiento.
Tampoco Amundsen tuvo un final feliz. Años más tarde, tras sobrevolar el Polo Norte junto al ingeniero italiano Umberto Nobile, tuvieron un enfrentamiento personal. Nobile continuó con sus vuelos y en 1928 se estrelló en el Ártico. A pesar de sus diferencias, Amundsen acudió a rescatarle pero nunca se supo nada más de él ni de sus cinco acompañantes.
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