"Me siento conmovida y humildemente honrada por esta distinción, que fue
toda una sorpresa para mí. Les debo a todos ustedes, y a toda la gente
de Asturias, mi más afectuosa gratitud por este reconocimiento.
Hay
algo verdaderamente sorprendente en este Premio, y a ello quiero dedicar
mi breve discurso. Lo sorprendente es que estoy recibiendo el Premio
de Ciencias Sociales y, sin embargo, yo provengo de las Humanidades, soy
una filósofa que ha trabajado no solo en la filosofía política, sino
también en la naturaleza de las emociones y de la imaginación y en el
problema de la interdependencia y vulnerabilidad humanas, a menudo
recurriendo a obras literarias y musicales para dilucidar estas
cuestiones. No obstante, no creo que sea erróneo clasificar mis
contribuciones dentro de las Ciencias Sociales.
Lo que he hecho a lo largo de los años es desarrollar (en colaboración con economistas) lo que se conoce como el enfoque del desarrollo humano, o el enfoque de las capacidades. Se trata de un enfoque que sostiene que el crecimiento económico, medido por el PIB per cápita,
no es suficiente para evaluar la calidad de vida nacional ya que
realmente no capta qué es lo que la gente está luchando por conseguir.
El enfoque del PIB hace caso omiso a la distribución, por lo que puede
dar una alta calificación a naciones que guardan alarmantes
desigualdades de oportunidades. E ignora además el hecho de que una
vida humana próspera tiene muchas partes que varían unas de otras
independientemente, también, del crecimiento
económico regional o nacional. Una nación puede tener un alto
crecimiento sin libertad política o religiosa; pero la gente desea tener
una voz sobre su vida política y moral. Una nación también puede
crecer bien sin una distribución adecuada de las oportunidades de
educación, de asistencia sanitaria o de la preservación básica de la
integridad corporal -como muestra con tanta claridad mi próspero país,
con sus luchas sobre la educación y la asistencia sanitaria y su
historial lamentable de violencia de género. Lo que nosotros hemos
estado defendiendo, entonces, es que la medida correcta de desarrollo se
focaliza en las personas, es sensible a la distribución, y es plural;
refleja el hecho de que la gente no lucha por la renta nacional, lucha
por una vida con sentido para ellos mismos. Al desarrollar una lista de
las capacidades humanas centrales, que afirmo son los requisitos
mínimos de una vida conforme a la dignidad humana, he tratado de dar
cuerpo a estas ideas y de sugerir algunas metas concretas para todas las
naciones.
Creo que este trabajo es sin duda una contribución a las Ciencias
Sociales y a la economía del desarrollo, en particular. Con frecuencia
la economía se centra de forma restringida en el crecimiento; pero en el
fondo se trata de una disciplina normativa enfocada en las personas, y
precisa lo que tenía en sus inicios, el input de la filosofía, para articular los objetivos de una buena sociedad que sea sensible a las personas.
La importancia que tiene la filosofía para la economía sugiere algo más,
lo que constituye otro tema de mi trabajo: necesitamos una educación
bien fundada en las humanidades para realizar el potencial de las
sociedades que luchan por la justicia. Las humanidades nos proporcionan
no solo conocimientos sobre nosotros mismos y sobre los demás, sino que
nos hacen reflexionar sobre la vulnerabilidad humana y la aspiración de
todo individuo a la justicia, y nos evitarían utilizar pasivamente un
concepto técnico, no relacionado con la persona, para definir cuales son
los objetivos de una determinada sociedad. No me parece demasiado
atrevido afirmar que el florecimiento humano requiere el florecimiento
de las disciplinas de humanidades. Por lo tanto, agradezco que la
Fundación Príncipe de Asturias haya reconocido a las humanidades como
una parte importante del pensamiento social para el futuro."
Martha C.Nussbaum
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