Margarita Salas, Bióloga molecular |
Margarita Salas
es una de nuestras científicas más conocidas a nivel internacional y
una prueba de superación ante las dificultades. Si ser científico
resulta muchas veces una tarea difícil, ser científico en España se
convierte en una tarea doblemente complicada. Pero ser científico desde hace décadas, en España y mujer es como hacer el triple salto mortal con doble tirabuzón, una temeridad.
Margarita Salas se atrevió a serlo en una época en la que el papel de
la mujer estaba única y exclusivamente en el cuidado de la casa.
Margarita, química de formación y nacida en 1938, tuvo muchas dificultades para realizar su doctorado por el mero hecho de ser mujer:
Sufrió discriminación y el rechazo de sus compañeros masculinos que
consideraban que las mujeres no valían para la investigación. Pero
siguió adelante con su carrera científica, demostrando con rotundidad
que ella lo valía.
Como casi todos los científicos españoles que quieren labrarse un
buen futuro, continuó más tarde su carrera científica en el extranjero.
Concretamente, en Estados Unidos, acompañando a Severo Ochoa (Premio
Nobel de Medicina) para más tarde volver a España.
Los principales logros de Margarita Salas y su equipo fueron el
descubrimiento de dos proteínas fundamentales para la vida: la proteína
que inicia la replicación del ADN y un tipo ADN polimerasa, gracias al estudio del bacteriófago
phi29 (virus que infecta a bacterias). Margarita aún no se ha olvidado
de este pequeño virus y, pese a llevar más de 4 décadas con él, sigue
estudiándolo en la actualidad.
Pero no sólo ha dedicado su vida a la biología molecular, también ha tenido un importante papel como divulgadora científica. Ha realizado y promocionado gran cantidad de cursos
de divulgación científicos, ha participado numerosas veces en
entrevistas resaltando la importancia de la ciencia y ha escrito y
colaborado en varios libros de ciencia.
Ha recibido los premios científicos Jaime I de Investigación y Premio
Nacional de Investigación Santiago Ramón y Cajal. Además de otros
muchos por su dedicación y defensa de la mujer: Medalla de Oro al mérito
en el trabajo, Premio Mujer Líder 2009... Es miembro de numerosas
academias, científicas y no científicas, como la Academia Nacional de
Ciencias de Estados Unidos, la Real Academia de Ciencias Exactas,
Físicas y Naturales, la Real Academia Española de la Lengua y la
Academia Europa de Ciencias y Artes. En la actualidad, es presidenta de
la Fundación Severo Ochoa.
¿Qué importancia tiene su trabajo?
El descubrimiento de las proteínas que intervienen en la replicación
del ADN ha sido fundamental para que el desarrollo de la genética
aplicada tuviera lugar. La ADN polimerasa es la proteína que se encarga
de construir un duplicado de una hebra de ADN. Básicamente es la que se encarga de "copiar y pegar" esta gran molécula.
Para cualquier tarea en genética que se utilice ADN (una prueba
diagnóstica de una enfermedad, un análisis genético para comprobar la
eficacia de un posterior tratamiento, etc.) no basta con sólo la pequeña
cantidad que obtenemos de la muestra de una persona. Se necesita mucha más cantidad de ADN. Por ello, era indispensable que existiera "algo" que permitiera multiplicar la cantidad de ADN en poco tiempo y de forma sencilla.
El descubrimiento de este tipo de ADN polimerasa no sólo nos permitió
conocer los mecanismos de la vida, sino que abrió la puerta para la
utilización de esta proteína de forma artificial para multiplicar el
ADN.
En última instancia gracias a su descubrimiento, la reacción en cadena de la polimerasa
(PCR) pudo ser una realidad más tarde. Y esto no sólo se limita a la
medicina, para los test de paternidad, la identificación de cadáveres o
la identificación de determinados microorganismos la utilización de
polimerasas es imprescindible. Como curiosidad, Margarita no recibió el
Nobel por su descubrimiento de un tipo específico de polimerasa, pero sí
Kary Mullis el bioquímico que convirtió esta molécula en una nueva tecnología capaz de multiplicar ADN fácilmente en el laboratorio.
Para saber más sobre Margarita Salas:
(Fuente)
Policías científicas, investigadores forenses o laboratorios de análisis
genéticos en general han de agradecer que la bioquímica asturiana
Margarita Salas haya pasado más de cuarenta años junto a un curioso
compañero de laboratorio: el virus Ø29 (Phi29), que ha resultado ser una
joya cuando infecta al "Bacillus subtilis"-el bacilo sutil, delicado-.
De dicha contaminación entre virus y bacilo sale el ADN Polimerasa, un
producto que multiplica por miles, o por millones, el tamaño una
pequeñísima muestra de ADN -el código de la vida-, que sería
inanalizable sin tal amplificación.
Pero, además, esa joya del
Phi29, unido al talento de Margarita Salas Falgueras -que hoy mismo
cumple 70 años y que, desde el pasado julio, es marquesa de Canero, su
localidad natal, en el concejo de Valdés-, se han convertido en un mina,
al haber conseguido la investigadora asturiana la patente que produce
la mitad de los ingresos por royalties del Centro Superior de
Investigaciones científicas (CSIC), la institución que más patentes
solicita en España.
Por la patente de la doctora Salas, el CSIC ha
ingresado desde 2003 -año de la explotación plena del producto-
3.750.596 euros, cifra que la convierte en una de las más productivas de
España, país en que se tramitan unas 3.200 patentes al año, de las que
cerca de 400 son solicitadas por las universidades y por el CSIC, los
OPI (organismos públicos de investigación).
"Con el virus Phi 29
llevamos trabajando muchos años", explica Margarita Salas, "y
descubrimos que este virus infecta la bacteria ´Bacillus subtilis´ y
produce la síntesis de una serie de proteínas, entre ellas, la DNA (ADN)
Polimerasa viral". Dicha proteína "tiene unas propiedades que la
convierten en la encima ideal para amplificar DNA a partir de cantidades
muy pequeñas, ya que produce miles o, incluso, millones de copias de
este DNA".
Por tanto, su utilidad consiste en que "si uno tiene una
muestra muy pequeña de DNA (humano, o de plantas, de bacterias, de
virus...), ésta no se puede analizar, pero con este sistema se produce
una gran cantidad analizable", agrega Salas.
El descubrimiento de
este ADN se produjo en el lugar de trabajo de la doctora Salas, el
laboratorio del Centro de Biología Molecular Severo Ochoa -su maestro y
mentor-. Este laboratorio es compartido por el CSIC y por la Universidad
Autónoma de Madrid.
Salas dirigió el equipo de investigación del
descubrimiento, compuesto por Luis Blanco, Antonio Bernad y José Maña
Lázaro. "El hallazgo de la DNA Polimerasa es de 1982 y la patente, de
1989, propiedad del CSIC; la licencia de explotación la adquirió en 2001
el laboratorio norteamericano Amersham Biosciences, que fue absorbido
después por General Electric Healthcare, la firma que hoy comercializa
dos kits para la multiplicación del DNA, el TempliPhi? DNA y el
GenomiPhi".
Respecto al resto de patentes del CSIC, Domingo Represa,
responsable de la oficina de transferencia de tecnología de este centro,
comenta: "Nuestra institución tramita unas 120 solicitudes de licencias
al año, de las que el 30 por ciento obtienen interés industrial y el 70
por ciento se convierten en patentes internacionales". Explica asimismo
que los procesos de explotación son lentos, ya que "la DNA Polimerasa
Phi29 tardó en comercializares unos diez años, puesto que a veces son
los laboratorios de las empresas los que disponen de más tecnología para
realizar la investigación aplicada".
No obstante, "los niveles de
investigación pública son altos en España, pero nos falla que las
empresas utilizan poco el sistema de patentes, un derecho en exclusiva
que evita que otra firma explote el mismo o similar producto". El caso
contrario es el de Estados Unidos, "donde una universidad como la de
California tramita 430 patentes al año, pero en ese mismo país hay
empresas que solicitan hasta 3.000 en un año".
Margarita Salas
estudió la carrera de Química y se doctoró en Ciencias por la
Universidad Complutense de Madrid. En sus inicios, comenzó a investigar
con el equipo de Alberto Sols, en el Instituto Gregorio Marañón y,
después, viajó a Estados Unidos para realizar parte de su tesis doctoral
en Nueva York, en el laboratorio del premio Nobel asturiano Severo
Ochoa, investigador del que ella ha sido la heredera científica.
Salas
ha sido la primera española en ingresar en la Academia Nacional de
Ciencias de Estados Unidos. Es, asimismo, miembro de la Organización
Europea de Biología Molecular y de la Academia Americana de
Microbiología. Dirigió durante nueve años, de 1995 a 2003, el Instituto
de España, organismo que agrupa a la totalidad de las reales academias
españolas, y ocupa el sillón "i" de la Real Academia Española. En 1994,
recibió el premio Jaime I de investigación y fue premio nacional de
investigación Santiago Ramón y Cajal en 1999, año en el que también fue
designada por la UNESCO "Investigadora europea".
(Fuente)
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