miércoles, 1 de mayo de 2013

Primera personas, Dafroza Gauthirer

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Dafroza Gauthier sonríe poco en las fotos. Su cara refleja un dolor tan grande que sus músculos parecen haberse quedado rígidos. A veces hace un esfuerzo, una última cortesía en mitad de su llanto invisible, mientras sus ojos siguen viendo desaparecer a sus seres queridos en un torrente de sangre.

Dafroza nació en Rwanda. Su madre y la mayor parte de su familia fueron asesinados en las masacres étnicas de 1994, al igual que todos los hombres, las mujeres y los niños que poblaban su calle, su barrio, su mundo, y que la saludaban en las tiendas, los cafés, el mercado o el dispensario médico. Un millón de vidas humanas fueron cortadas en pedazos, en apenas 100 días. Eran tutsis y hutus moderados, no había otra razón.

Dafroza vive en Francia, la antigua metrópoli, en la que se refugiaron cientos de verdugos. Dejaron los machetes y se pusieron una chaqueta, para proseguir su vida como si tal cosa. Cuando entran en un restaurante o empujan el carrito del supermercado, nadie puede imaginarse que hubo un tiempo en que esas personas de aspecto anodino alzaban las manos pidiendo más muertes o que empleaban sus manos y su fuerza en destrozar el vientre de mujeres encinta. Las leyes, la piedad, la cordura habían desaparecido por completo. A veces, los seres humanos se entregan a orgías de alcohol y de sexo; y otras, a orgías de sangre, y el hedor de sus crímenes, en lugar de aplacarlos, les excita sin medida. Hasta que todo acaba y vuelven a llevar una cartera en la mano y una corbata al cuello.


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Desde hace 10 años, ella y su marido reúnen pruebas contra los asesinos para depositarlas ante los tribunales. “Lucho para no morirme. Luchar es vivir”, dice ella. No sienten odio o afán de venganza. Saben que estos sentimientos impiden mantenerse alerta para hacer justicia. Su lucha es una gota en un mar de lágrimas. Pero, por diminuta que sea, devuelve la dignidad a los masacrados, el alma, que es lo que nos distingue de los simples cuerpos animales. Y mantiene a la humanidad en su cúspide, la cima del reino donde la puso Dios, ese jardín sagrado que es el símbolo de la civilización. 

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¿Quién es?
  • Dafroza Gauthier nació hace 59 años en Butare, Rwanda, en una familia de la etnia tutsi. 
  • Su padre fue asesinado en 1963 por los hutus. 
  • En 1973, se refugia en Burundi y se marcha a Bélgica, donde estudia Química. Hoy trabaja en un laboratorio de Reims, Francia.
  • Con su marido, funda en 2001 el Colectivo de las Partes Civiles de Ruanda (CPCR), que reúne testimonios de víctimas e identifica a los asesinos, con la ayuda de tres abogados. 
  • Han conseguido que se abra el primer proceso en Francia contra un antiguo militar, Pascal Simbikangwa.
 
 

Los 100 día que NO conmovieron al mundo

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