Fundación Joseph Campbell |
Desde que leí El poder del mito, que es en realidad una
larga entrevista realizada por el periodista Bill Moyers, empecé a
comprar y a devorar todos los libros escritos por Joseph Campbell
(1904-1987).
Recuerdo haberme quedado muy impresionado con una de sus
respuestas:
-¿A usted siempre le pareció que... estaba siendo guiado por manos que no conseguía ver?- pregunta Moyers.
-Siempre- responde Campbell.
Cuando
persigues tu sueño, te pones en un camino que fue hecho a tu medida
para que puedas desarrollar lo que siempre deseaste hacer. A partir de
ahí empiezas a encontrarte con personas que forman parte de este sueño y
las puertas se abren.
Aunque estaba fascinado por el autor, sabía
muy poco de su vida, hasta que la periodista Ruth de Aquino me ofreció
un interesante material sobre él, parte del cual reproduzco a
continuación:
«Cuando estudias en una facultad, no haces lo que
deseas, sino que procuras aprender lo estrictamente necesario para
conseguir el diploma. Y esta no es siempre la mejor opción.
En mi
caso conseguí una beca y fui a estudiar a la Universidad de París. Al
llegar a Europa, descubrí a James Joyce, a Picasso, a Mondrian toda
aquella gente del arte moderno. Después fui a Alemania, empecé a
estudiar sánscrito y me aproximé al hinduismo. Inmediatamente después
vino Jung; todo se estaba abriendo por todas partes.
Regresé a la universidad y dije: Oigan, no me quiero pasar la vida intentando aprender apenas lo que ustedes me quieren enseñar.
Había
cursado todas las asignaturas necesarias para obtener el título; solo
me faltaba redactar la maldita tesis. Si no lo hiciera, no me dejarían
continuar con mis estudios, de manera que llegó la hora de decir:
Váyanse al infierno.
Me mudé al campo y estuve cinco años leyendo.
Nunca conseguí mi título de doctor. Durante ese tiempo aprendí a vivir
con lo mínimo posible, lo cual me daba libertad, y fue una época
maravillosa.
Hace falta valor para hacer lo que deseamos, ya que
el resto de las personas tienen siempre un montón de planes para
nosotros. Consciente de esto, decidí perseguir mi sueño: no sé cómo
conseguí superar esos cinco años, pero estaba convencido de que aún
podría sobrevivir otros cinco si fuese necesario.
Recuerdo una
ocasión en la que tenía un billete de un dólar en el cajón de la cómoda y
yo sabía que, mientras el billete estuviese allí, yo seguiría contando
con recursos. Fue estupendo. Mis únicas responsabilidades eran mi propia
vida y mis opciones.
En realidad hubo momentos en los que pensé:
Caramba, me gustaría que alguien me dijera lo que hay que hacer. Ser
libre implica escoger tu propio camino y cada paso puede alterar todo
nuestro destino, lo que a veces nos da mucho miedo. Pero hoy, mirando
hacia atrás, veo que mis días fueron perfectos: aquello que me hacía
falta apareció justamente cuando era necesario. En aquella época, todo
lo que necesitaba era leer durante cinco años. Lo conseguí, y eso es
fundamental para mí.
Como dice Schopenhauer, cuando ves lo que has
dejado atrás, tienes la impresión de que has seguido una trama ya
escrita. Sin embargo, en el momento de la acción parece que estás
perdido en medio de una tempestad: una sorpresa detrás de otra, y muchas
veces sin tiempo para respirar, viéndote obligado a tomar decisiones
todo el tiempo. Solo más adelante llegarás a entender que cada sorpresa y
cada decisión tenían su sentido».
Joseph Campbell es una prueba
más de que, si trabajamos con constancia por nuestros sueños, las cosas
llegarán a su debido momento.
De todas maneras, no siempre tenemos
el valor de elegir nuestro destino. En estos momentos vale la pena
recordar una frase que leí en un taquito de papel para anotaciones que
había en un hotel de Londres:
«La vida es eso que sucede mientras tú estás ocupado haciendo tus planes» (John Lennon).
(Fuente)
Algunas de sus palabras
El privilegio de una vida es ser quien uno es.
Cuando hablamos de arreglar los problemas del mundo, estamos descortezando el árbol que no debemos. El mundo es perfecto. Es un caos. Siempre ha sido un caos. No lo cambiaremos. Nuestro trabajo es enderezar nuestras vidas.
Debemos estar dispuestos a librarnos de la vida que planeamos, para acoger la vida que nos esta esperando. Hay que librarse de la vieja piel para que pueda salir la nueva. Si nos fijamos en lo viejo nos atascamos. Cuando nos aferramos a cualquier forma corremos peligro de putrefacción.
El infierno es la vida secándose.
Al atesorador, al que en nosotros quiere quedarse, aferrarse, debemos matarlo. Si nos estamos aferrando a la forma ahora, no tendremos la próxima forma.
No se puede hacer una tortilla sin romper los huevos: destrucción antes de la creación.
Todo proceso implica romper algo. La tierra debe romperse para producir vida. Si la semilla no muere no hay planta. El pan resulta de la muerte del trigo.
La vida vive de vidas. Nuestra propia vida vive de los actos de otros.
Una mirada humorística a tu situación te da distancia espiritual. El sentido del humor te salva.
La eternidad es una dimensión de aquí y de ahora.
Lo divino vive en tí. Vive desde tu centro.
Tu deber auténtico es irte de la comunidad para encontrar tu bienaventuranza. La sociedad es el enemigo, cuando impone sus estructuras sobre el individuo. Sobre el dragón hay muchas escamas. Todas ellas dicen “debes”. Mata al dragón “Debes”. Cuando uno ha matado a ese dragón, uno se vuelve “El Niño”.
Rebelarse es seguir la huella de su bienaventuranza, abandonar la casa, empezar la jornada del héroe, seguir su bienaventuranza. Te sacas de encima el ayer, como la serpiente su piel. Sigue tu bienaventuranza. La vida heroica es vivir la aventura individual.
Nada es seguro si se obedece el llamado de la aventura. Nada es excitante si sabes cual será su resultado. Desoír el llamado significa estancamiento.
Lo que no experimentas positivamente, lo experimentas negativamente.
Entras al bosque, en el punto más oscuro, y no hay sendero. Donde hay camino o sendero, es un sendero ajeno. No estás en tu propio sendero. Si sigues el camino de otros, no realizarás tu potencial.
La meta del viaje del héroe hasta el punto gema, es encontrar esos niveles psíquicos que se abren, abren, abren, y la apertura última del misterio de tu Ser es La conciencia de Buda o del Cristo. Ese es el viaje; de lo que se trata es de encontrar ese punto quieto en tu mente donde todo compromiso se desvanece.
Bajando al abismo es como recuperamos los tesoros de la vida. Cuando tropiezas, ahí está el tesoro. La cueva misma en la que temes entrar resulta ser la fuente de lo que estas buscando.
La cosa maldita en la cueva que tanto temes se ha vuelto el centro.
Encuentras la gema y ella te lleva.
Si amas lo espiritual no puedes despreciar lo terreno.
El propósito del viaje es la compasión. Cuando has superado los pares de opuestos has llegado a la compasión. El objeto es devolver la gema al mundo, unir las dos cosas. La separación visible en el mundo es secundaria. Más allá del mundo de opuestos hay una invisible, pero experimentada unidad e identidad en todos nosotros.
Sri Ramakrishna dijo: “No busques la iluminación si no buscas como un hombre cuyo cabello esta en llamas busca agua”.
Si lo quieres todo, los dioses te lo darán Pero debes estar preparado.
La meta es vivir con compostura divina, en pleno gesto de energía, como Dionisios cabalgando el tigre sin ser despedazado.
Un pequeño consejo que le daban a un indio americano cuando su iniciación:
“Cuando avances en la vida verás un gran abismo. Salta; no es tan ancho como crees”
Cuando hablamos de arreglar los problemas del mundo, estamos descortezando el árbol que no debemos. El mundo es perfecto. Es un caos. Siempre ha sido un caos. No lo cambiaremos. Nuestro trabajo es enderezar nuestras vidas.
Debemos estar dispuestos a librarnos de la vida que planeamos, para acoger la vida que nos esta esperando. Hay que librarse de la vieja piel para que pueda salir la nueva. Si nos fijamos en lo viejo nos atascamos. Cuando nos aferramos a cualquier forma corremos peligro de putrefacción.
El infierno es la vida secándose.
Al atesorador, al que en nosotros quiere quedarse, aferrarse, debemos matarlo. Si nos estamos aferrando a la forma ahora, no tendremos la próxima forma.
No se puede hacer una tortilla sin romper los huevos: destrucción antes de la creación.
Todo proceso implica romper algo. La tierra debe romperse para producir vida. Si la semilla no muere no hay planta. El pan resulta de la muerte del trigo.
La vida vive de vidas. Nuestra propia vida vive de los actos de otros.
Una mirada humorística a tu situación te da distancia espiritual. El sentido del humor te salva.
La eternidad es una dimensión de aquí y de ahora.
Lo divino vive en tí. Vive desde tu centro.
Tu deber auténtico es irte de la comunidad para encontrar tu bienaventuranza. La sociedad es el enemigo, cuando impone sus estructuras sobre el individuo. Sobre el dragón hay muchas escamas. Todas ellas dicen “debes”. Mata al dragón “Debes”. Cuando uno ha matado a ese dragón, uno se vuelve “El Niño”.
Rebelarse es seguir la huella de su bienaventuranza, abandonar la casa, empezar la jornada del héroe, seguir su bienaventuranza. Te sacas de encima el ayer, como la serpiente su piel. Sigue tu bienaventuranza. La vida heroica es vivir la aventura individual.
Nada es seguro si se obedece el llamado de la aventura. Nada es excitante si sabes cual será su resultado. Desoír el llamado significa estancamiento.
Lo que no experimentas positivamente, lo experimentas negativamente.
Entras al bosque, en el punto más oscuro, y no hay sendero. Donde hay camino o sendero, es un sendero ajeno. No estás en tu propio sendero. Si sigues el camino de otros, no realizarás tu potencial.
La meta del viaje del héroe hasta el punto gema, es encontrar esos niveles psíquicos que se abren, abren, abren, y la apertura última del misterio de tu Ser es La conciencia de Buda o del Cristo. Ese es el viaje; de lo que se trata es de encontrar ese punto quieto en tu mente donde todo compromiso se desvanece.
Bajando al abismo es como recuperamos los tesoros de la vida. Cuando tropiezas, ahí está el tesoro. La cueva misma en la que temes entrar resulta ser la fuente de lo que estas buscando.
La cosa maldita en la cueva que tanto temes se ha vuelto el centro.
Encuentras la gema y ella te lleva.
Si amas lo espiritual no puedes despreciar lo terreno.
El propósito del viaje es la compasión. Cuando has superado los pares de opuestos has llegado a la compasión. El objeto es devolver la gema al mundo, unir las dos cosas. La separación visible en el mundo es secundaria. Más allá del mundo de opuestos hay una invisible, pero experimentada unidad e identidad en todos nosotros.
Sri Ramakrishna dijo: “No busques la iluminación si no buscas como un hombre cuyo cabello esta en llamas busca agua”.
Si lo quieres todo, los dioses te lo darán Pero debes estar preparado.
La meta es vivir con compostura divina, en pleno gesto de energía, como Dionisios cabalgando el tigre sin ser despedazado.
Un pequeño consejo que le daban a un indio americano cuando su iniciación:
“Cuando avances en la vida verás un gran abismo. Salta; no es tan ancho como crees”
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